lunes, 5 de septiembre de 2011

SOBRE LAS ELECCIONES PRIMARIAS


El pasado 14 de agosto se celebraron en Argentina las elecciones primarias, simultáneas y obligatorias.
El oficialista Frente para la Victoria obtuvo un cómodo triunfo alcanzando el 50,2% de los votos positivos (poco más de 10.000.000 de votos). Mientras tanto la oposición centroderechista de la UDESO y el Peronismo Federal sólo alcanzó el 12% cada una.
La aplastante victoria obtenida por el oficialismo obedece a varias razones. El sustrato material de ese apoyo reside en una serie de concesiones económicas que, la fracción del capital a la que representa el gobierno, otorgó a buena parte de la sociedad. Concretamente, a partir de una situación internacional muy favorable para aquellos países productores de alimentos como el nuestro, el gobierno contó con una suma de dinero suficiente para financiar planes sociales (asignación universal por hijo, plan Argentina trabaja), otorgar beneficios jubilatorios a aquellos que no podían justificar aportes suficientes, además de desempolvar la negociación salarial colectiva y reducir la tasa de desempleo. En este último caso, la caída de la desocupación fue precedida por una devaluación impresionante de la moneda, lo que redujo el salario real en Argentina y estimuló de esa manera la reactivación de ciertas áreas industriales, fundamentalmente, la construcción, la vitivinícola, la alimentación y la fabricación de automóviles.
Pero la explicación más profunda de semejante resultado es que el kirchnerismo representa la opción más confiable para la burguesía porque garantiza, al mismo tiempo, gobernabilidad y un clima de negocios favorable. En ese contexto, prácticamente todas las fracciones del capital se han visto beneficiadas por el modelo en curso. En primer lugar, las empresas vinculadas a la explotación de los servicios públicos (transporte, provisión de energía eléctrica, gas y comunicaciones), han recibido desde 2003 una suma de dinero colosal en concepto de subsidios. Por otro lado, la burguesía agraria pese a la oposición de la Sociedad Rural, ha obtenido pingües ganancias. Efectivamente, la alta contribución que deja la soja (500 dólares la tonelada), aún pese a las retenciones del 35% a los exportadores, explica la resistencia al cambio de rumbo de los pueblos rurales y la convalidación del gobierno por este sector.
En definitiva, la mayoría del cuerpo social ha ratificado al gobierno y de esta manera al modelo en curso.
Sin embargo, cuando la crisis general que afecta al capitalismo impacte de lleno en la Argentina mostrará al gobierno de Cristina como lo que es: un gobierno al servicio de la clase capitalista, que ha gozado de más amplios márgenes de maniobra que lo habitual. Por ello es que cuando esta crisis económica internacional pegue un salto cualitativo, inevitablemente arrastrará al país detrás de ella, mostrando crudamente los límites de clase del progresismo K.
Por otro lado, la reforma política proscriptiva pareció funcionar, en gran medida, en sentido opuesto al objetivo buscado por el kirchnerismo cuando la promulgó. La paradoja es la siguiente. La reforma se legitimó como mecanismo y le dio un gran triunfo al kirchnerismo. En este aspecto, los K lograron lo que buscaban. Porque parte central de su búsqueda son las vías de legitimación de la democracia burguesa. Y, además, también les sirvió como instrumento para lograr un triunfo electoral prácticamente “aplastante” sobre sus rivales patronales montándose sobre la “ola democrática” generada. Este es el costado reaccionario del asunto, el más importante desde el punto de vista estratégico.
Sin embargo, la contradicción es que esta legitimación se logró también mostrando, en esta instancia, algunos resultados diferentes o casi opuestos a los buscados, muy difíciles de prever, además, porque no había ningún antecedente de este tipo de elección.
Por un lado pareció agigantar más que tender a resolver el heredado problema desde el 2001 de la fragmentación del sistema de partidos. Por el otro, generó una suerte de muy progresiva “sensibilidad democrática” contra el piso proscriptivo del 1.5%, ola a la que se pudo subir Altamira para obtener un voto democrático que lo colocará en la elección de octubre.
Parte de los elementos contradictorios de la nueva ley, es la normativa en materia de espacios publicitarios para hacer campaña. La prohibición de pagar publicidad y el hecho de que el Estado garantice una X cantidad de espacios gratuitos funcionó, muy progresivamente, para visualizar como nunca antes a la izquierda del sistema. Sin embargo, sean privados o estatizados los medios de comunicación, al no estar en manos de los trabajadores, podrían ser usados contra ellos y la misma izquierda independiente en cualquier momento, fundamentalmente, cuando exista un verdadero partido de la clase obrera.
El logro del FIT de superar el reaccionario 1.5% proscriptivo se explica, entonces, por estos dos elementos “contradictorios” que venimos señalando: la “ola” democrática que generó la propia “primaria” y el aprovechamiento de los medios gratuitos como nunca sucedió antes en una campaña electoral.
Respecto a la oposición al sistema, aún no existe en Argentina un partido político que la represente. Es por ello que prácticamente 8 millones de ciudadanos se abstuvieron de concurrir al comicio, votaron en blanco o anularon su voto. Reiteramos nuestra convicción que la crisis general que afecta al capitalismo se llevará puesto, más temprano que tarde, al modelo "k". Por eso mismo es que urge la construcción de una corriente clasista que devenga luego en el gran partido que la clase obrera necesita para encabezar el cambio revolucionario, el cambio que permita edificar la sociedad socialista.